EDITORIAL

Deteniendo la tragedia anti-vida

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Las fuerzas pro-muerte en el estado de Nueva York se están asustando estos días. Temen de muerte que la actual Corte Suprema en Washington anule Roe V. Wade. Así que como medida de seguridad, recientemente presentaron un proyecto de ley en el senado estatal que básicamente legalizará el aborto en Nueva York hasta el momento en que nazca el niño. Este proyecto de ley va mucho más allá de la decisión de la Corte Suprema de 1973 y permite los abortos incluso cuando la corte ha dicho que los estados pueden regularlos.

Esto significa que en un futuro cercano una mujer podrá ir a un hospital de Nueva York un lunes por la tarde, se le progra-mará una cesárea a la mañana siguiente y luego decidirá el lunes por la noche (¡O incluso el martes por la mañana!) que no. No quiero el bebé, sino un aborto, y la ley exigirá que el hospital cumpla con su solicitud.

Si eso no califica como infanticidio, entonces nada lo hace.

Este proyecto de ley bárbaro y diabólico también permitirá a los no médicos realizar abortos y eliminar la protección legal de los derechos de conciencia del personal médico que se oponen a la práctica. Aquellos que practican abortos ilegales en el estado ya no serán procesados y los abortistas ya no tendrán la obligación legal de intentar salvar a los bebes nacidos en procedimientos fallidos. Como dijo el cardenal Dolan de Nueva York: “Un bebé que sobrevive al bisturí, la solución salina o la succión, y que aún está vivo, puede morir sin ningún tipo de preocupación”.

El gobernador Andrew Cuomo, quien dice ser católico, promulgó el proyecto de ley el 23 de enero. Debería avergonzarse de sí mismo. Debemos ser conscientes del hecho de que activistas contra la v ida como los de Nueva York trabajan actualmente en nuestro propio estado. Su objetivo es el mismo: legalizar el asesinato de bebes de una manera que lo proteja de cualquier derogación futura de Roe v. Wade por el Tribunal Supremo.

Como ciudadanos estadounidenses que creen en el derecho a la vida, debemos responsabilizar a nuestros funcionarios electos sobre este tema, para que podamos evitar repetir aquí en Rhode Island la tragedia que acaba de ocurrir en Nueva York.